Botas viejas, colinas nuevas



Esclavo del recuerdo y de los anhelos sublimados, los sueños que restaban en equilibrio han quebrado en mil trizas. El momentum ha arrastrado los instantes hacia una nueva figura, y se evidencia la falacia del reposo, de la perpetuidad humana de cualquier alegría, en los sesgos del olvido que son anticipos de muerte. El tiempo otorga a la distancia medidas inalcanzables, y germinan las realidades que antaño se sembraron: no hay modo mortal de volverlas a plantar.

Y me pregunto:  ¿Dónde está? ¿Dónde están ellos? … ¿Dónde estoy yo?

Extraviado por las inclemencias del destino, el tren pasó fugaz frente a mis narices, y la razón del azar es caprichosa, cruel. Ahora reparo en los zapatos rotos, gastados, y en la presión de la corriente ejerciendo su empuje, por ello miro al horizonte dubitativo una última vez: ¿Será el mundo cómo es? O ¿Cómo nosotros lo hacemos?


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