Poema en prosa a la “Agridulce Ironía”

Oigo gritos del alma de los predican que nos engañan, oigo acusaciones, culpas nunca propias,   y es irónico que apoyen sus ideas con tantas mentiras, palabras que ofenden y desvirtúan cualquier pensamiento crítico.

Pero No, las conspiraciones no entienden de rigor. Las conspiraciones no dudan de sí mismas.

Oigo a los buenos samaritanos fanfarronear cuan rectas son sus morales, oigo que hablan de justicia, ecología y dignidad, y es irónico que sus actos perjudiquen al prójimo,   juzguen la libertad por indigna, y sean lo más alejado de aquello que quisieran ser.

Pero No, a la consciencia no le importa el resultado. A veces tengo la impresión de ser el único que no está libre de pecado.

Oigo tu respiración acelerarse al rozar el aire que roza tus mejillas, oigo que me buscas, siempre y cuando no me encuentres, tan cerca y tan lejos, y es irónico que los dos quisiéramos y ninguno dijera te quiero.

Pero No, tú y yo nunca fuimos novios. El amor no entiende que no podemos estar juntos, y mira que he intentado explicárselo veces.

Oigo el azar reírse mirando a escondidas desde una esquina, oigo su burlesca carcajada, de verme en el filo que separa romper el hechizo o sacarse la máscara, y es irónico que por mucho que juegue en la cuerda nunca me caiga ni consiga traspasarla.

Pero No, el destino no existe. El equilibrio solo dura un instante, y es solo   el preámbulo de algún gran cataclismo. Mira que he intentado explicárselo veces.