Con el peligro de que se convierta en una tradición, otra vez, este mes de octubre igual que hicimos el año pasado nos hemos ido a una casa rural para, entre otras cosas, realizar un rol en vivo. La última vez la ambientación fue de terror en los años 20, tipo cthulhu, el interesado puede ver la aventura aquí. Para cambiar, esta vez hemos optado por una trama medieval, y viendo lo que nos gusta probar cosas nuevas no descarto que el próximo año nos inmiscuyamos en una aventura espacial tipo Star Wars. Sería, por lo menos, muy divertido.

En esta ocasión el encargado de preparar la partida fue Roi, quien adaptó un aventura de nosolorol a las características del sitio y la gente que iba a participar. Por falta de personajes se tuvieron que juntar algunos de ellos, sin embargo, a pesar de la improvisación en algunos aspectos, el resultado final fue muy bueno, y todos disfrutamos en su ejecución.
Siguiendo la trama debía realizarse una especie de torneo de habilidades, y aprovechando la afición de Roi por la arquería introducimos esta pericia como prueba. Y claro, no podían faltar los manporrazos acolchados, punto indispensable de cualquier rol en vivo medieval.

La mayoría de nosotros somos relativamente novatos en lo concerniente a la modalidad en vivo del rol, pero el simple hecho de realizarte un disfraz ya es una actividad suficientemente sugestiva de por si, y vale la pena montar cosas así. Hablando de mi vestimenta, he de decir que gracias a un tutorial que encontré por Internet pude confeccionarme un casco que realmente daba el pego, con cartón, papel de periódico y cola blanca. El resto de mi atuendo eran recortes de ropas viejas, que más o menos, cumplieron con su cometido. Surcando las webs en busca de ideas hallé este blog que me pareció muy curioso, donde cuentan como realizar cotas de malla, trabajos de cuero, y demás cosillas necesarias para una buena recreación medieval.

Otro tema fueron las espadas acolchadas, que por falta de tiempo no pude terminar de pulir ni pintar, y quedaron un poco como cachiporras. Los recuerdos difusos de mi niñez en el “club de rol A’tuin”, y un par de roles en vivo medievales en los que había participado por lo visto no habían sido suficiente. La cola blanca, ahora lo sé, es una pésima opción a la hora de pegar gomaespuma. Bueno, la próxima vez que tenga que hacer espadas twohanded o sables de luz saldrán mejor.

Estos acontecimientos, desgranados poco a poco a lo largo de nuestra existencia, una vez contemplados desde el recuerdo, son de aquellas cosas en que te alegras haber participado, porque te hacen reír y te enternecen.