Aquelarres de una noche de verano



fll1.jpg Todo empezó un día caluroso allá por el 1999 o 98, yo solía hacer excursiones, vagabundeando por el mundo enfrentándome a mis miedos y descubriendo templos malditos. El verano estaba cerca, y nuestra troupe de estudiantes universitarios que no iban a clase estaba, si cabe, un poco más de vacaciones de lo normal. Me había propuesto ir a Francia a pie, una proeza muy excitante, pero después de un intento fallido, planeando el segundo asalto me llamó Juan y decidimos ir de excursión juntos por la costa, sin expectativas de llegar tan lejos.Anduvimos todo el día entre bromas y canutillos, y por la noche, teniendo que encontrar algún sitio donde dormir, nos inmiscuimos en un bosque a unos 200 metros de la playa. En él un pequeño claro entre los pinos, cubierto de pinaza, era el lugar perfecto para descansar. Esa noche de verano, bajo las estrellas, reímos y cantamos a los dioses, dejando fundir nuestra mente con la oscura maleza.

goya_vuelo_brujo_l.jpgVolvimos al mismo sitio con más amigos varias veces durante los años que siguieron, y esa explanada, testigo de nuestras borracheras y locuras de juventud, se convirtió en el santuario de nuestros aquelarres de verano.

Con la famosa cámara sin visor ni sonido que tanto utilicé cuando la tecnología aún no era tan democrática, monté un video para practicar en mis primeros contactos con el premiere, con material que tenía de una de esas escapadas a la naturaleza. En realidad, es solo del preludio, la tarde que pasamos liando porros en cadena para tener un buen surtido cuando se ocultara el sol. Durante las tinieblas, todo salió muy oscuro. No hacía mucho que en cartelera teníamos el “blair witch project”. En su honor, y el de un compañero alocado que llamábamos Guill, bautizamos el encuentro como el “Guill witch project”. En la penumbra, el bosque se estremecía y un incesante correteo y crepitar nos rodeaba, asustando a los que habían fumado demasiado. Cuando preguntábamos a Guill que debía ser eso, él siempre contestaba: “– Es la dona que fa fressa ”(-Es la mujer que hace rumor). Un ser sin rostro que persigue a los excursionistas y hacer ruiditos entre las zarzas moviéndose al estilo masilla de los Power Rangers.

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Junto a Juan también viví muchas otras aventuras, como aquella vez que decidimos ir un sábado desde Barcelona hasta Monserrat. Llegar a Montserrat no llegamos, pero nos quedó poco para cumplir la gesta. Además, como en tantas otras cosas en la vida, lo importante es el camino, no la meta.

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casino_rabassada.jpgEn la carretera de la Rabassada que rodea la montaña del Tibidabo hay un casino / parque temático de principios de siglo, que dicen durante la guerra fue derruido. Ahora, entre enredaderas y maleza se levantan muros y columnas, como las ruinas de una civilización perdida aunque muy cerca de Barcelona. Investigando un poco podemos encontrar puentes y un intrincado sistema de túneles que descansa bajo tierra, escondiendo los secretos del pasado. Una bañera de época, sistemas eléctricos arcaicos, una piscina cubierta de malas hierbas, en fin, un tesoro de sorpresas.

Como no podía ser de otra forma, el Guill witch project II tenía que llegar, y fue en las inmediaciones del casino de la Rabassada donde rememoramos las noches, los aquelarres, y el verano.

Para saber más del Casino abandonado del la Rabassada mírate este pdf


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