Tunis – Buscando a Mr. Barca



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APUNTES PARA EL INTERESADO EN VIAJAR A TÚNEZ

Coste y dinero:

Barato, sin lugar a dudas. Los hoteles y el viaje de avión no son demasiado caros, y una vez ahí la comida está tirada de precio. Claro está, como más turístico es el sitio más ajustados a nuestra economía están los precios. Para decirlo de alguna forma, el dinero que me gasté en Túnez fue básicamente en souvenirs. Hay que mencionar que el Dinar Tunecino no puede sacarse del país, y al pasar la aduana os pedirán que dejéis los que lleváis encima. Por ese aspecto es conveniente cambiar lo justo que va a gastarse, y si nos guardamos unas moneditas de recuerdo (preciosas, con sus textos en árabe y filigranas varias) tampoco pasa nada.

Gente:

La gente es amable, aunque al ser un sitio tan turístico, los vendedores pueden llegar a ser un poco empalagosos. Mientras caminas por las calles desde los badulaques los comerciantes van tirando muletillas en diferentes idiomas, a ver si te pescan. Es muy curioso descubrir los pareados que se ingenian, y como se los pasan de un comercio a otro. Seguro que terminas oyendo un -hola, hola, cocacola ¿Italiano? ¿Español?
Por otro lado, encontrarás a señoras totalmente vestidas bañándose en la playa al lado de alemanas haciendo top-less, las cuales (las alemanas), hacen las delicias de los mozalbetes autóctonos y escandalizan a las mujeres tunecinas de cierta edad.

Idioma:

Árabe y Francés, aunque al ser un país tan volcado al turismo suelen ser bastante políglotas.

Comida y bebida:

Además de la típica comida árabe veremos multitud de italianos, y no hay que dejar de probar la tradicional shisha con la que podremos fumar un delicioso tabaco de manzana mientras admiramos la puesta de sol. Este país es árabe, por lo tanto no venden alcohol. El único producto de este tipo que tienen es una cerveza muy suave llamada Celtic.

Clima:

Tórrido e implacable. Una gorra es un buen compañero para aquellos más claritos de piel si no quieren terminar como gambas. Aún así, las noches son frescas y agradables.

Sitios de especial interés:

  • Museo del Bardo:

Situado a 4 km de la capital, dispone de la mayor colección de mosaicos romanos del mundo. Como en muchos otros sitios, para poder hacer fotos tendremos que pagar.

  • Sidi Bou Said:

Pueblecito característico por tener las casas las paredes blancas y los demás elementos en azul.

  • Termas de Antonino

Es impresionante el efecto de estas preciosas ruinas con el mediterráneo de fondo. Hay que verlas.

Agosto 2005

Por primera vez en nuestras vidas cruzamos el mediterráneo, lo sobrevolamos, y nos dirigimos hacia el Tunis, siendo el descanso dominical perfecto para nuestras ajetreadas vidas. Como si se tratara de una república bananera hecha a medida de los turistas no tenemos expectativa de aventura, esta vez no, solo un poco de sol y la cordialidad complaciente del hotel es lo que buscamos. Este finis africae nos saluda con un ardiente sol al pisar tierra, policías con metralletas y una cierta descoordinación y precariedad por parte de la organización sin la cual, no tendríamos la impresión de haber llegado al destino.

tunis2_hotel.JPGAl entrar en el hotel, me siento en los años 20, tiene aires de haberse quedado anclado en el pasado, reliquia muy vanguardista en su momento que a falta de reformas ha ido perdiendo lustro. Una luz amarillenta embadurna los desgastados sofás donde esperan los viajeros, y un sinfín de lámparas esféricas embarrocan el techo. Por lo menos, la habitación es exactamente como la esperábamos.

tunis_noche2.JPGDespués de aclimatarse, dar unas vueltas y comer un poco, por la noche nos sorprende un espectáculo único de belleza sin igual. Por nuestra ventana, que enfoca paralela a la playa, a un lado el mar, al otro la ciudad y el multicolor bullicio de coches, tiendas y restaurantes. Realmente, esta gente conducen como locos, y es divertido ver las fintas de los autos y los transeúntes intentando cruzar la calle jugándose la vida. Ahora que es de noche, un aire revitalizador nos acaricia en el balcón, y es gloria, os lo juro. tunis1_noche.JPGLas bocinas y el murmullo de la noche se funden con nuestros sueños, por fin estamos en la tierra de Aníbal, las vacaciones han empezado.

tunis1_bardo.JPG Los días siguientes visitamos en los alrededores de Sousse fortalezas, mezquitas, y regateamos a muerte por souvenirs que realmente, no necesitábamos. El primer sitio que despierta mi adormecimiento es el Museo del Bardo, con su incomparable colección de mosaicos. Escenas míticas y humanas están estampadas por doquier, contándonos miles de historias. Conozco de primera mano a los dioses púnicos a través de sus estatuas; que pena que no haya quedado casi nada de esta prometedora civilización!.

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tunis2_antonino.JPGEn Cartago visitamos las termas de Antonino, con sus inalcanzables columnas vestigio de lo que llegó a ser el recinto. Ciclópeos testigos del pasado, la fábrica de sus capiteles y bases es exquisita, con intrincados relieves. Paseamos entre arcos por conductos que debieron ser la parte inferior de las Termas, y se me hace difícil imaginar como gestionaban el agua fría y caliente con tanta técnica en el frigidarium y el caldarium respectivamente.

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tunis2_sidi_bu_said.JPGLa próxima parada es Sidi Bou Said, un pueblecito vestido de blanco y azul. Sus paredes albas y su arquitectura recuerdan en gran medida algunas aldeas del sur de España, y ese cyan tan característico queda guardado en la retina de mi memoria como el azul tunecino por excelencia. El sol nos quema sobremanera, y puedo asegurar que es la vez en la vida que he sentido con más intensidad la ira implacable de este astro.

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mascara_anticuario_tunez.JPGEl último acontecimiento que quizás sea digno de mención del viaje a Túnez, fue el hallazgo de un anticuario en las serpentinas calles de la capital, en el barrio antiguo. Ahí entre astrolabios gigantescos y armaduras otomanas, se encontraban objetos de gran antigüedad e imposibles de encontrar en Europa. Me prometí que volvería algún día para llevarme alguno de esos tesoros, sin embargo, la economía de aquel momento solo me permitió el comprar una máscara metálica francesa de principios del siglo XX.

En definitiva, Tunis fueron unas vacaciones tranquilas, donde el tiempo y la arena se desgranaba a otro ritmo, y donde conocí la dulzura de la noche cuando quema el sol.


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