El sol brillaba implacablemente ese domingo cuando fuimos al Jardín Botánico del monte del judío. Un pequeño Edén perdido, en su isla apacible y alegre, en medio de torres de cemento y hierro de la bulliciosa Barcelona.
Inauguraban la sección de Australia, y a pesar que esperaba más de la evolución (teniendo en cuenta el gran trabajo que hizo con koalas y canguros), no estuvo mal el paseo, y me proporcionó la oportunidad única de retratar a bellezones exóticos de salvia y clorofila que de otra manera nunca hubiera conocido.
Entramos por la Mediterránea, pasamos por África, Chile, California y Australia.
Este extraño pino predator producía una especie de desenfoque gaussiano al mirarlo; curiosa es la naturaleza.
Al final, una plantita de regalo…
…y al salir, nos despidió un árbol que se había comido algunos transeúntes despistados para almorzar.