Después de mucho rebuscar -niño ordena tu habitación-, entre el galimatías de internet y no encontrar ninguna aventura de rol en vivo suficientemente, digamos atractiva, me decidí a montarla yo mismo desde cero. El fin de semana nos íbamos a una casa rural para desconectar de la urbana rutina, y había que montar un algo diferente con que entretenerse. ¿Por qué no un rol en vivo? -pensamos- Aunque en el fondo, todos sabíamos que era tan solo una escusa para vestirse de época.
Así que pasamos con Eloi unas cuantas horas agradables discutiendo sobre diferentes tramas, conspiraciones y posibles desenlaces. Quizás nos liamos demasiado, al final, pero por ser la primera experiencia en la confección de una aventura de rol en vivo todo se perdona. Con los precedentes de una partida de vampiro con 40 personas (de la que poco me enteré, aún y siendo master) y las mozuelas sartas de ostias medieval-fantásticas, a las cuales sin duda les faltaba gomaespuma, nos embarcamos en la tarea. Y no fue ni fácil ni rápida de estructurar: Cabos sueltos por un lado, incoherencias por otro…
Pero al final todo cuadró, aunque al llevar a escena la partida me di cuenta de una cosa: Los argumentos, las tramas, son importantes hasta cierto punto, pero los chascarrillos y los golpes efectistas son lo que conforman en definitiva el evento en sí.
Si hay algún día un próximo evento de REV, haré hincapié en esto. Nada puede superar un buen Tachán! en el momento adecuado.
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