Entre la diferencia y la igualdad reside el término, nunca pronunciado, que define a las personas. Diferencia en cuanto variabilidad y disparidad, que debe ser entendida como riqueza, porque no hay atributos buenos ni malos por sí mismos. Cada característica que nos hace diferentes es positiva o negativa dependiendo, por una parte del medio, y por otra de lo que consideremos positivo o negativo. Para que nos entendamos: es bueno ser bajo o ser alto dependiendo de la altura del techo.
Y la diferencia es maravillosa, es interesante, es multicolor. Pero nunca, nunca, es cualitativamente mejor en términos absolutos. ¿Y por qué empeñarse en reafirmar las propias menospreciando las ajenas? ¿No es
acaso la misma trampa? ¿No es el mismo lobo el que habla, que se ha disfrazado con piel de cordero? Y fácil es que se caiga, en ser, lo que uno detesta.
Igualdad en cuanto no hay predominancia entre lenguas, culturas, sexos y razas. Igualdad dentro de la diferencia. Diferentes igualdades. El término medio que todavía no tiene cómo llamarse. Quizás por eso, sea tan difícil de hallar.
NOTA: Igualdad, que no equidad, que es una posición ante la desigualdad y emana de la moral. La igualdad en la diferencia, es una característica propia de la diferencia.