“Hay otros mundos, pero están en éste. Hay otras vidas, pero están en ti.”
Paul Éluard, Escritor y poeta surrealista francés.
La costumbre y la rutina construyen el tejido de la realidad en que vivimos. Con el tiempo, podemos llegar a creer que ese escenario en que estamos es algo más que una interpretación subjetiva, hasta podemos llegar a creer, engañados por un empatía embustera, que es una realidad compartida por las demás personas.
Pero es que el mundo en que vivimos emana de dentro hacía fuera, nuestra mente lo crea, lo modela a su antojo y necesidades. Solo cuando has vivido en varios escenarios cognitivos muy diferentes tomas consciencia de esta singularidad, y te pica la curiosidad en preguntarte cómo serán aquellos mundos que aún no conoces, y en que residen muchos seres vivos. No se trata, que nadie se equivoque, del entorno o las circunstancias de la vida de uno. Es cómo uno descifra el significado de las cosas, los valores e implicaciones que les otorga.
Nuestro mundo puede convertirse en una jaula cuando apelamos a verdades, cuando los demonios del cambio nos hacen aferrarnos fuerte y cerrar los ojos. Aunque a veces es inevitable la mutación, ante todo si nos acercamos peligrosamente a acantilados o abismos que desembocan en otros mundos.
Hay mundos tranquilos, donde los acontecimientos pasan lejanos y sin valor.
Hay mundos cómodos, donde conocemos el funcionamiento de la rutina.
Hay mundos felices, efímeros, donde la gravedad es más liviana.
Hay mundos con obligaciones y objetivos, donde no hay tiempo para preguntarse por qué corremos.
Hay mundos reprimidos, donde se juega a un baile de máscaras.
Hay mundos supersticiosos, donde todo tiene un sentido y una finalidad.
Hay mundos tristes, donde la vida es un tormento.
Hay mundos alegres, donde el universo parece un gran chiste.
Hay mundos instintivos, donde la estupidez lo hace todo más simple.
Hay mundos mágicos, donde cada día es una sorpresa.
Hay mundos masculinos y femeninos, dominantes y recesivos, racionales y poéticos.
Hay mundos en que nos quisimos, hay otros, en que lo negarás.
Hay un sinfín de matices entre el cielo y el infierno, miles de mundos compuestos de pequeñas partes de los antes enumerados. Todos vivimos en uno de estos mundos, en nuestro particular e íntimo cosmos. Cambiar, es una decisión que nadie puede tomar por nosotros. Pero hay que ir con mucho cuidado, ya que es verdad eso de: “Ten cuidado con lo que deseas, porque puede hacerse realidad”.
