Y Yoda dijo: “Treguna Mekoides Trecorum Satis Dee”



yoda.jpgCon el paso de los años los cuentos de la niñez van adquiriendo un lustro mitológico, que les aporta un halo de sabiduría que ha envejecido como un buen vino. En mi caso, y en el de todos aquellos que crecimos en los 80 y 90, los cuentos son películas americanas para niños o adolescentes.

goonies.jpgLas incoherencias argumentales de «Indiana Jones» o «los Goonies» pasan a segundo plano en pro del nacimiento del mito, de la lección oculta bajo la sencillez infantil. Será que el recuerdo es un juez injusto prisionero de la nostalgia, o será que el tiempo ennoblece, pero los cuentos de hoy, acabarán siendo sin duda las fábulas de Esopo del mañana.

Soy suficientemente mayor como para que el olvido haya hecho ya su trabajo, y en mi recuerdo de esas películas que pasaban el sábado por la tarde solo queda el substrato, las canciones y las lecciones. Caminando por la calle me vino a la mente el otro día una tonada de una vieja película de los 70, en ella se decía: “Si puedo yo, mover, un par de zapatones, lograré, mover, castillos y cañones…” .

bedknobs.jpgSe trata de «Bedknobs and Broomsticks», conocida en España como «La bruja novata». Una supercalifragilística producción con Angela Lansbury, David Tomlinson, y tres mocosos, que viajan a un mundo de fantasía a través de una cama y su boliche mágico, nada del otro mundo. Pero bueno, a lo que íbamos, al final de la película para luchar contra una invasión Nazi la bruja novata y los niños utilizan un sortilegio que se compone de las palabras “Treguna Mekoides Trecorum Satis Dee”, que viene a significar algo como “Para ser fuerte, igual que una cabra al balar, tres son suficientes para iniciar el movimiento ”. Es la Substitutiary Locomotion que otorga vida a los objetos inertes. Así, armaduras, muebles y chaquetas se transforman en un poderoso ejército que vence finalmente   a los malvados e infames Nazis.

Lo que me llamó la atención de la canción fue el mensaje, que por una extraña conexión neuronal me llevó hasta otro de los grandes mitos del cine del siglo pasado: Yoda. Ese pequeñajo simpático, hijo de Miyagi y una tortuga ninja apache, profesaba ideas parecidas a las de Angela Lansbury. La bruja novata nos dice que si puede mover unos zapatos, también puede mover un castillo, es decir, que el tamaño no importa si tienes el método.

Eso mismo le enseñaba Yoda a un joven Luke Skaywalker en «el retorno del Jedi», que era lo mismo mover una piedra que una montaña, que el tamaño estaba en la mente, que era una ficción, un engaño de nuestro cerebro. Una verdad que prescindiendo de la fuerza y los sables laser es aplicable a muchos aspectos de la vida. Nosotros otorgamos propiedades a los objetos, situaciones o personas, que a menudo pesan más que la realidad objetiva de esos elementos. Al decir “no puedo” conseguimos que no podamos. Relaciones de poder y prejuicios son muros mentales, no reales.

serie-kung-fu.jpgPero no es solo aquí que Yoda nos enseña algunas verdades, pues los guionistas estaban inmersos en una fascinación hacia el orientalismo muy común en la época. Desde que la serie «Kung-Fu» protagonizada por David Carradine mostró un reciclado y americanizado budismo Chan al gran público, nació un creciente interés hacia esa filosofía extraña y milenaria de los países asiáticos. Es por esa razón que las frases de Yoda no son ninguna tontería, pues son un collage de taoísmo, budismo, y unos nuggets de pollo.

A los jóvenes que lean este post   y quizás no puedan entender ciertos matices, porque han sido erigidos con otras fuentes, solo tengo que decirles: «Cuando estés en una discoteca y veas a una chica que te gusta, hazlo, o no lo hagas, pero no lo intentes.»


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