Hace tiempo comenté la canción “the origin of love” que aparece en la película Hedwig And The Angry Inch, como una mezcolanza mitológica muy acorde con la globalización actual.
Ver el post “El origen del amor”.
Lo que no sabía en aquel entonces era la procedencia exacta de la historia que en el video-clip se relata. Cual fue mi sorpresa cuando leyendo (y releyendo en algunos casos) los clásicos greco-latinos que encontramos en una colección que ha editado la fundación Bernat Metge hallé el origen de la fábula.
Es una colección espléndida, con la mitad del libro con el texto original, en griego o latín, y la otra mitad, en espejo, con la traducción al catalán. Pulcra, cuidad y bien comentada, nos ofrece desde los clásicos platónicos a la Eneida o la guerra de las galias.
Uno de los libros que incluye es el Sympósion (el banquete o el convite) de Platón. En él se cuenta la historia de Sócrates invitado a una comida entre amigos, donde cada uno de los participantes relata su visión de qué es el amor, haciendo un elogio del mismo. Uno de los discursos, el que pronuncia Aristófanes, argumenta que en un principio la tierra estaba habitada por personas esféricas con dos caras, cuatro piernas y cuatro brazos. Esos seres podían ser hijos del sol y tener dos sexos masculinos, hijos de la tierra y tener dos sexos femeninos, o hijos de la luna y ser hombre por un lado, y mujer por el otro.
Pero según nos cuenta Aristófanes un día Zeus se enojó por la arrogancia de estos seres, y mediante un rayo los partió en dos, quedando eternamente separados de su otra mitad. El amor, sería el anhelo que nos hace buscar la otra mitad que nos falta, que puede ser del mismo sexo o del contrario dependiendo de si somos hijos de la tierra, del sol, o de la luna. Básicamente el mito pretende explicar la existencia de la heterosexualidad y la homosexualidad de una forma ciertamente poética.
En la canción de “the origin of love” se utiliza esta idea juntando otros personajes mitológicos, dando cierta multi-culturalidad al cuento.
Sócrates nos dice que el amor es querer las cosas buenas, aunque muchas veces el amor real dista sobremanera de esta idea platónica, que desasocia completamente la pasión del querer. Es interesante el ver la naturalidad con que muchos autores griegos hablan no de la homosexualidad, ampliamente aceptada hoy en día, sino del las relaciones con chicos jóvenes. A pesar que Sócrates aboga por un amor que no se consuma, más una tutela o enseñanza que una relación sensual, esta práctica se asume como natural, casi como imprescindible, y nos evidencia la gran divergencia moral que separa el occidente moderno de los antiguos griegos.
Pero quizá, antes de poder hablar del origen del amor, o de cualquiera de sus facetas, deberíamos tener claro primero qué entendemos por amor, ya que no es lo mismo cuando el amor es deseo, que cuando es empatía. ¡Pero cómo distinguir las pasiones humanas!, que se entremezclan, que se enmarañan… Hablamos de amor cuando queremos decir sexo, hablamos de amor cuando queremos decir cariño, y al final el amor no es ni sexo ni cariño, porque: cariño, no hay sexo, seguro.