Los días se acortan, el frío aumenta paulatinamente, y el viento resopla con ese siseo gélido que anuncia que el invierno ya está aquí.
Paseando por Palamós, el cielo encapotado deja escapar aleatoriamente rayos de luz definidos y celestiales, como una vieja persiana medio corrida el sábado por la mañana.
Otra vez, el mar me cautiva, pero ahora por su oscuridad y pesadez, por su ancestral impenetrable misterio.
Uaoo, qué hermosas fotos ¿Las hiciste tu? Es increíble la belleza que tiene un mal tiempo también y aunque se me contagien los nubarrones grises a la cabeza nunca dejo de mirar al cielo. Un saludo
Colega, quines fotos més boniques, en veure-les em venen unes ganes mesclades de fugir d’Innsmouth i saltar en banyador a una piscina plena de croissants. Genial, un salut!
Manumara, me alegro que te gusten, y que me hayas hecho un comentario también: a menudo los comentarios de los posts parecen un diálogo íntimo entre mi amigo Eloi y yo. A ver si esto se anima y la gente da su opinión sin miedo.
Per l’eloi: He pensat aprofitar alguna (en vaig fer moltes, ¡visca l’era digital!) per fer un retoc cthulhià .