Ya llevo tiempo buscando una panorámica de Barcelona, así que el domingo por la mañana, cuando los crápulas vuelven a casa y los demás mortales ronronean en la cama, me fui a montjuïc en un intento más de conseguirla.
Una niebla fantasmagórica cubría la ciudad, pero eso no era lo peor. Subí al castillo de montjuïc, a su parte más elevada, y ¡malditos jardineros y planificadores urbanísticos de zonas verdes! Hay una serie de grandes pinos que impiden realizar la panorámica de la ciudad correctamente.
Ya que me encontraba donde me encontraba, aproveche para realizar unas fotos del puerto, con sus barcos y sus containeres de mercancías. No es lo que buscaba, pero tiene su encanto. El sol amaneciendo y susurrando : “Buenos días, Barcelona”
